Por Margarita Padilla.
mpadilla@sindominio.net
Mientras leía el libro
La tragedia del copyright, cayó en mis manos el artículo de Bernat Costa y Marta G. Franco sobre las
“iniciativas para restringir el uso de la cultura libre para fines de ética dudosa”, publicado en este mismo periódico.
La lectura cruzada de ambos textos me ha permitido comprender mejor
la diferencia entre las licencias GPL y las licencias Creative Commons.
En el artículo citado se analizan las diferencias formales,
jurídicas, mientras que en el libro de Virus se analizan las tensiones
entre la explotación comercial de los bienes culturales y los modelos de
cooperación no basados en la competencia.
Lo que me propongo ahora, en diálogo con estos dos textos, es
analizar las diferencias situacionales, es decir, lo que hace que estos
dos grupos de licencias se agencien de distinta manera en sus
respectivos entornos de aplicación.
Esta cuestión no depende solo de la mayor o menor genialidad de
Richard Stallman o de Lawrence Lessig a la hora de desarrollar
instrumentos jurídicos. Sin ánimo de menospreciar estas grandes
aportaciones, cabe decir que no todas las ideas geniales triunfan, ya
que la verdadera prueba de genialidad consiste en su adopción por parte
de otros, que las consideran no solo geniales sino también útiles e
idóneas.
Mi punto de partida respecto a estas diferencias es que mientras que
el software libre ha hallado un modelo de negocio no solo compatible
sino explícitamente apoyado en las GPL, las empresas del procomún
culturales no alcanzan a levantar (siendo optimistas diríamos, todavía)
un modelo generalizable.
Se me dirá que los modelos de negocio para el software libre son
muchos y diversos. Cierto. Pero con la abstracción suficiente se puede
reconocer un modelo común, cuyas principales características son
compartidas:
- En muchos casos hay una entidad sin ánimo de lucro (fundación,
asociación…) que pilota el proyecto y vela por el mantenimiento de la
neutralidad y de los fines sociales.
- En muchos casos esta entidad central sin ánimo de lucro convive con
un conjunto de asociaciones locales que organizan a la comunidad. En
estas asociaciones locales, a menudo las personas más activas son las
que trabajan en empresas que tienen más prestigio o que
- obtienen más retorno.
- En muchos casos hay algunas empresas (grandes o muy grandes) que
lideran los desarrollos y tienen ahí sus principales líneas de negocio.
- En muchos casos, otras empresas que no lideran los desarrollos
también abren líneas de negocio sobre ese software, hasta cierto punto
ajeno. Dabne forma parte de este tipo de empresas.
- En muchos casos se genera una comunidad más o menos autoorganizada
que contribuye al proyecto y también puede extraer renta de él.
- En todos los casos hay un software base que es de uso público.
- En muchos casos hay servicios o desarrollos verticales que son de pago.
Sobre estos rasgos, cada producto/servicio adopta sus variaciones. Por ejemplo, en
Openbravo
(un ERP producido por una empresa española) el modelo de producción se
basa prácticamente en una única empresa apoyada por una comunidad
pequeña, y el modelo de financiación se basa en servicios premium.
En cambio el caso de WordPress es mucho más complejo. WordPress es un
gestor de contenidos muy utilizado, sobre todo para publicar blogs. En
su origen fue un proyecto de Matt Mullenweg. En la actualidad ha
evolucionado hacia un sistema social complejo (ahora no hablamos de lo
técnico), que puede servir como ejemplo de hibridación de intereses, y
que principalmente está formado por estos componentes:
- Automattic es la empresa que está detrás de WordPress. Es una
empresa fundada por Matt Mullenweg y lidera el desarrollo técnico. Esta
empresa es propietaria de WordPress.com
- WordPress.com es el producto/servicio/negocio que proporciona
ingresos a la empresa Automattic. Este producto/servicio/negocio
consiste en ofrecer WordPress en la nube. Es decir, cuando alguien
quiere usar WordPress sin instalarlo, puede usarlo directamente en la
nube abriéndose una cuenta en WordPress.com. Como parte de su estrategia
de negocio, y aunque WordPress.com es un servicio comercial, Automattic
ha decidido ofrecer algunos servicios gratuitos (eso sí, incluyen
publicidad). Automattic tiene todo el control y capacidad de decisión
sobre WordPress.com, y gestiona sus estrategias de negocio con total
autonomía.
- WordPress Foundation es una fundación sin ánimo de lucro cuyo
principal consejero es Matt Mullenweg. Matt dice haberse inspirado en la
Fundación Mozilla (relacionada, entre otros proyectos, con el navegador
Firefox) y en la Free Software Foundation (promotora de las licencias
libres GNU GPL).
- La empresa Automattic ha donado la marca WordPress a la WordPress
Foundation. Es decir, la fundación es la propietaria de la marca
WordPress, y decide sobre el uso o la cesión de los derechos de marca y
de uso del logotipo WordPress (una cosa es el software, que es libre, y
otra cosa es la marca, que está registrada). Tal como dicen: El objetivo
de la fundación es asegurar el libre acceso, a perpetuidad, a los
proyectos de software que apoyamos. Las personas y las empresas pueden
ir y venir, por lo que es importante asegurarse de que el código fuente
de estos proyectos va a sobrevivir más allá de la base de contribuyentes
actuales, para que podamos crear una plataforma estable para la
publicación web para las generaciones venideras. Entre otras cosas, la
fundación se encarga de organizar la WordCamp, el encuentro anual de la
comunidad WordPress. Para cumplir sus fines, la fundación acepta
donaciones.
- WordPress.org es el sitio web creado por la WordPress Foundation
para organizar a la comunidad. Entre otras cosas, ofrece el código de
WordPress para su descarga, así como documentación, traducciones,
plugins, foros para desarrolladores, etc., y organiza las contribuciones
técnicas de la comunidad.
- Audrey Capital es una empresa “angel investment” creada por Matt
Mullenweg para financiar la innovación. Una empresa “angel investment”
es parecida a una empresa de capital riesgo, pero con la diferencia de
que los inversores invierten su propio dinero, y no el dinero de
terceros. Las “angel investment” hacen inversiones arriesgadas,
esperando obtener beneficios sustanciosos en un plazo de entre tres y
siete años. La relación entre Audrey Capital y el sistema WordPress es
lateral, pero viene a indicar que el sistema WordPress no se agota en sí
mismo, sino que está abierto y salpica otras ideas y otros proyectos de
innovación tecnológica.
- Muchos otros grupos, asociaciones y/o empresas también forman parte
de WordPress en tanto lo utilizan como base de desarrollo para ofrecer a
terceros servicios más personalizados. Estas empresas o personas
producen plugins, themes, etc., que enriquecen el sistema y que a menudo
son ofrecidos de base gratuitamente y mediante pago para acceder a los
servicios premium.
Intentando abstraer un modelo semejante para las empresas que
producen cultura libre, me encuentro con que no lo encuentro 😉 o, mejor
dicho, lo que encuentro, y coincido con el diagnóstico del libro antes
citado, son iniciativas en fase de experimentación que surgen de un
malestar (existencial, crítico, político…) y de la precariedad laboral
dominante en el sector (motivaciones muy diferentes a las de Matt
Mullenweg).
La resultante de esto es que tras los productos o servicios de
software libre vamos a encontrar comunidades complejas que forman
verdaderos ecosistemas en los que lo grande y lo pequeño se reconocen
como mutuamente valioso, interdependiente y necesario. Por ejemplo,
recientemente se ha producido un fork de Drupal llamado
Backdrop.
El motivo de este fork es que una parte de la comunidad considera que
las decisiones técnicas respecto a Drupal van a impedir de facto las
aportaciones amateurs (se expulsa a lo pequeño, la parte verde de las
gráficas de su web) y eso es malo. Por su parte, los líderes de estas
decisiones (por ejemplo Dries Buytaert y su empresa Acquia) presionan
para que Drupal 8 sea más y más profesional (lo cual significa que las
empresas que desarrollen deberán ser más grandes, al tener que
incorporar más perfiles técnicos y más especializados) porque quieren
jugar en la liga de los fuertes (competir con Java, etc.).
En los ecosistemas de software libre estas tensiones y negociaciones
son continuas, ya que el poder de negociación interna, hasta cierto
punto, está distribuido. Es verdad que este tipo de comunidades
complejas no disuelve las diferencias (económicas, de poder, etc.). Pero
sí que, al estilo de los procomunes materiales, integran un poco mejor o
reparten con más juego las opciones para conseguir renta. Para unos la
opción consistirá en ganar 1000 euros al mes y para otros 10.000 o mucho
más.
Esta desigualdad puede parecer inaceptable, pero el panorama es
mucho peor en el ámbito de la creación cultural libre.
Sin duda, tras la producción de la cultura libre también hay
empresas. La siguiente tabla propone una clasificación simétrica de los
agentes de la producción cultural, por un lado desde el copyleft y por
el otro desde el copyright.
Copyleft |
Copyright |
Empresas cuyo producto es el ancho de banda o los dispositivos de almacenamiento (operadoras, hardware…) |
|
Empresas como Napster, cuyo modelo de negocio estaba basado en los contenidos.
Publicidad en páginas de intercambio de enlaces |
Industrias culturales |
Empresas con modelos de negocio como Google o Facebook, basados en datos personales (publicidad personalizada…) |
Empresas con modelos de negocio como Microsoft |
Lobbies anticopyright como Creative Commons,
Electronic Frontier Foundation… |
Entidades de gestión |
Sellos independientes, cine independiente, Wikipedia… |
Grandes sellos discográficos, estudios de cine, empresas de comunicación de masas (Hollywood, Disney…) |
Desarrollos legales (Creative Commons) |
Beligerancia jurídica (denuncias) |
Desarrollos técnicos para compartir (p2p) |
Desarrollos técnicos para limitar (DRM) |
Práctica de la remezcla (remix) |
Criminalización (piratería) |
Empresas del procomún |
|
Activistas anticopyright |
Estados, legislación, castigo… |
Autores |
Autores |
Público, prosumidores… |
Público, descargas… |
Ciertamente, entre los agentes del lado izquierdo de la tabla, los
del copyleft, también hay alianzas. Pero las alianzas que se pueden dar
entre Google, los lobbies anticopyright, las empresas del procomún, el
activismo… son, a mi juicio, demasiado monstruosas.
Porque es cierto que los fuertes del lado izquierdo de la tabla
(Google, Facebook…) están interesados en que haya mucha cultura libre,
pero solo porque es el excipiente necesario para su negocio real: el
mercadeo con los datos personales con fines, en el mejor de los casos,
publicitarios.
No encontramos, por tanto, verdaderas alianzas entre los fuertes y
los débiles del lado izquierdo de la tabla, alianzas basadas en un
interés directo y compartido por el desarrollo de la cultura libre, sino
meras componendas para hacer frente a enemigos comunes (los de la
derecha de la tabla).
La consecuencia de esto es una moneda con dos caras. Una de ellas es
que en la producción cultural no hay comunidades complejas que pongan en
cooperación lo grande y lo pequeño. El reverso de esta ausencia de
comunidad es que los réditos económicos del copyleft no se distribuyen
ni poco ni mucho, puesto que en la práctica son acaparados por los
fuertes (aunque esos fuertes venden la mentira de que si eres genial,
tanto como ellos lo fueron, siempre podrás triunfar, igual que ellos lo
han hecho).
Esa dificultad, casi imposibilidad, para distribuir los réditos es lo
que justifica que las licencias CC permitan proteger la cultura libre
bajo la clausula No Comercial, algo impensable para el software libre y
que hace que, bajo un juicio estricto, estas licencias no puedan ser
consideradas libres.
Eso de que : “si cualquiera puede usar mis fotos, ¿de qué voy a vivir
yo, que soy fotógrafa?” no hace más que señalar esta dificultad tan
injusta. Y es que no imagino un modelo económico viable para, por
ejemplo, una comunidad en la que grandes agencias de periodismo gráfico y
periodistas freelance o amateurs compartan un archivo gráfico procomún
que dé oportunidades económicas para todos o distribuya de alguna manera
los beneficios o las rentas. Porque está claro que Flickr no es una
comunidad ¿verdad?
Llegando a este punto podría deducirse que los informáticos han sido
mucho más listos a la hora de armar sus desarrollos jurídicos y
empresariales que los fotógrafos. Pero claro, no es eso. Y si no es eso…
tiene que ser otra cosa 😉
A mi entender, la diferencia grande entre el software con su GPL y la
cultura con su CC consiste en que el software es un código y las
producciones culturales no. Que el software sea código significa que su
puesta en solfa todavía requiere mucho conocimiento, parecido a las
destrezas que se requieren para pasar de una partitura musical (código) a
su interpretación.
La diferencia entre GitHub y Flickr no está tanto en las plataformas
en sí como en el tipo de contenido que albergan. Requiere más
conocimiento poner a funcionar un código bajado de GitHub que utilizar
una foto de Flickr. ¡Ojo! No es que hacer fotos sea más fácil que hacer
software. Ni
mucho menos. Lo que ocurre es que el software es más parecido a una
partitura (requiere ser interpretado) y la foto es más parecida a la
interpretación, almacenada en un formato replicable.
El grado de acabado
de uno y otro producto, y la autonomía con la que pueden funcionar, son
distintos.
Allí donde el conocimiento complejo debe ser realimentado y
redistribuido la comunidad es imprescindible. No hay software libre sin
comunidad y la licencia es “solo” un instrumento legal. Por eso, no nos
cansamos de decir que una de las formas de matar las comunidades es
expropiarlas
de su conocimiento o hacerlo inservible.
Y esto vale tanto para tanto
para el software como para las comunidades de indígenas que custodian el
conocimiento sobre las semillas o para las comunidades de mujeres que
conservan y transmiten el autoconomiento sobre los partos.
Lógicamente, no se trata de blanco o negro sino de matices. La
Wikipedia, por ejemplo, está a medio camino entre el software y la
cultura. Alberga una obra cultural más cercana al conocimiento que
YouTube, y por eso requiere de más comunidad. Pero ahí las empresas no
entran y, muy importante, la Wikipedia opera al margen del mercado y no
tiene competidores. Por tanto, no sirve de modelo para una producción
cultural que aspira a salir de la precariedad y a conseguir renta.
De ahí que siga abierta la cuestión, para mí muy acuciante, de cómo
dar fortaleza a los modelos de producción de la cultura libre.
Soy consciente de que me he atrevido a opinar sobre la producción
cultural, ámbito que no conozco tan bien como el del software libre. Por
eso, agradeceré todas las críticas o consideraciones que se me hagan
llegar al respecto.
Publicado
en: https://www.diagonalperiodico.net/blogs/idearia/licencias-libres-para-software-y-la-cultura-mas-alla-lo-juridico.html