♠ Posted by Mario in cultura libre,opinión at 10:36
Un proyecto de ley en la ciudad de La Paz despertó
una fuerte reacción en contra de parte de artistas, cultores, gestores
culturales, productores e intérpretes en el último mes. Se trata del
proyecto de Ley Municipal 100 de Protección al Derecho de Ejecución de
Obras Musicales que amplía las facultades coercitivas de la Sociedad
Boliviana de Autores y Compositores de Música (Sobodaycom) para cobrar y
administrar el dinero por derechos de autor de ejecuciones públicas o
emisiones de obras musicales.
Esta acción apuntaría a
que los artistas reciban algunos ingresos cada vez que sus obras sean
ejecutadas públicamente en discotecas, karaokes, restaurantes, cines,
teatros, entradas folklóricas, fiestas de barrios, festejos patronales,
festivales, ferias, entre otros.
Hasta aquí todo
parece sonar bien, pero como todo lo importante en la vida, el tema es
más complejo. Varios artistas no están de acuerdo con esta normativa,
porque prefieren que sus obras sean libremente difundidas, que la
sociedad las disfrute sin tener que pagar por ello y que otros artistas
las usen para crear e innovar, para construir encima de ellas. Esto es
lo que se conoce como cultura libre.
Lo que pasa es
que esos artistas tienen una forma diferente de pensar en la creación y
difusión del arte. Creen que el mismo acto de creación es colectivo, no
individual y que ser un artista implica una función social que debe
estar al alcance de todos. Las formas para ganar dinero son otras, por
ejemplo, dan conciertos o talleres, en la lógica de que mientras más
gente escuche sus canciones, tendrán más público que vaya a sus
conciertos o deseosos de aprender de ellos. Es un nuevo modelo que
devuelve a los autores la decisión de abrir sus creaciones en la medida
en que deseen. Y aún más, es una posición ética frente a la difusión de
las creaciones que antepone el bien común a los intereses privados.
Una crítica principal al modelo de derechos de autor es que promueve la
concentración de las ganancias por las creaciones musicales en manos de
las grandes disqueras y otros intermediarios que difunden las obras y
se quedan con las ganancias. Lo mismo sucede con otras actividades
humanas de creación: la ciencia, la autoría de libros, las películas, el
software y la tecnología. En todas ellas, muchos autores deciden
autónomamente liberar sus creaciones y, de esa manera, promover la
innovación y la creación social.
Son dos formas de
concebir los aportes que cada ser humano hace a la sociedad, ambas
legítimas, pero ninguna debería ser impuesta encima de la otra como
pretenden hacer con el proyecto de Ley Municipal 100. Solo para aclarar
mi posición: yo apoyo la opción de la cultura libre.
Fuente: La Razón.
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