♠ Posted by Mario in opinión at 9:09
El software libre es mucho más que "programas abiertos", que es lo
que proyecta el término "código abierto". Cuando se introduce un
concepto nuevo utilizando palabras que ya existen previamente, y que
tienen un significado muy claro, se corre el riesgo de adulterar la
idea.
El software libre a menudo se denomina "código
abierto", e incluso "software de fuentes abiertas". Puede sorprender que
cuando alguien utilice esos eufemismos, como hizo Cenatic etiquetando
como “SFA” el artículo ¡Es la GPL, estúpido! de Marta Peirano sobre software libre, la comunidad que defiende el término original se apresure a quejarse con preocupación.
El debate continua en blogs como el de Marilín Gonzalo y en las redes sociales, mostrando esa profunda diferencia de criterios.
¿Por qué no acepta la comunidad del software libre lo que aparentemente
es un simple uso de términos distintos para referirse a lo mismo?¿Por
qué es tan importante la terminología en el software libre (programas
informáticos) y en el conocimiento libre (obras de conocimiento y
creación)? ¿por qué preocupa tanto a los colectivos sensibilizados con
ciertas ideas nuevas que otros las etiqueten con neologismos y
eufemismos?
Esencia y requisitos circunstanciales
El Software Libre, propuesto por Richard Stallman,
es una forma de distribuir programas, de modo que se respetan ciertos
derechos (o "libertades") de los usuarios. Esto no lo cuestiona ninguna
de las alternativas terminológicas, cuyas definiciones describen las
cuatro libertades originales del software libre (0: Libertad de uso; 1:
Libertad de estudio y modificación; 2: Libertad de copia, y 3: Libertad
de redistribución de modificaciones).
Para hacer efectivas esas demandas esenciales
es necesario que las obras, los programas, se publiquen con una
licencia de uso que técnicamente haga realidad ese deseo. Por ejemplo,
para disfrutar de la libertad de estudio y modificación la licencia debe
requerir al programa que su código sea accesible; de otro modo no se
podrá estudiar ni modificar.
Estos requisitos
no son la esencia del software libre (las libertades); son
características circunstanciales que, dado el estado actual de la
tecnología, se hacen necesarias para "implementar" esas libertades. Esas
características pueden variar en función de las tecnologías, pero las
libertades esenciales del software libre permanecen inmutables.
Por eso las licencias van evolucionando con el transcurso de los
tiempos; precisamente para acomodarse a los cambios tecnológicos y
circunstanciales, y para garantizar que un software que utilice esas
licencias sea realmente libre: que aporte las libertades, lo esencial.
Mucho más que programas abiertos
La idea original detrás de la propuesta de cambio de "software libre" a
"código abierto" era tratar de evitar la palabra "free", que significa
"libre" pero también "gratis"; esto por lo visto asustaba a las
empresas. Este problema, en inglés, es real.
Pero, en lugar de elegir un
término que aclarase la cuestión, se optó algo muy distinto: para
deshacer la ambigüedad se evitó no solo la palabra "free", también la
idea de "libre" y "libertad".
Si la diferencia
hubiese sido solo la cuestión del precio la comunidad del software libre
hubiese adoptado inmediatamente el nuevo término; pero la cuestión es
que, como hemos visto, "código abierto" es un eufemismo de consecuencias
nefastas para la idea central.
La comunidad que comparte la visión de
Stallman rechazó el término nuevo con contundencia.
El software libre es una idea poderosa. Stallman consigue, con unas reglas esenciales muy sencillas (las cuatro libertades), formar un paisaje completo de beneficios sociales, técnicos, económicos, etc., y que es independiente de los detalles circunstanciales.
Eufemismo porque, tal como los propios
defensores del código abierto aseveran, las licencias son las mismas, y
los programas son, en principio, los mismos.
¿Dónde
está el problema? ¿Por qué esa actitud aparentemente incomprensiva de la
comunidad del software libre?
La cuestión es que el código abierto hace
referencia a la apertura del código, que es un requisito circunstancial, y no a lo esencial del software libre: la defensa de las libertades y derechos.
Como cuando un gobierno evita decir "rescate"
y habla de "apoyo" o "línea de crédito", cuando se dice "abierto" para
no decir "libre", se evita la esencia de la cuestión, y el resultado
final, pretendido no, es que quien recibe la información percibe una
idea distinta.
El software libre es una idea
poderosa. Stallman consigue, con unas reglas esenciales muy sencillas
(las cuatro libertades), formar un paisaje completo de beneficios
sociales, técnicos, económicos, etc., y que es independiente de los
detalles circunstanciales. Es, incluso, transportable a otros dominios
del conocimiento.
Este "sistema fractal" es tan potente precisamente
porque ha eliminado todo lo que sobra. Se centra en lo esencial e
inmutable, aquello de lo que se deriva todo lo demás.
Lo más importante no es la licencia, que cambiará con el tiempo como
cambia la realidad de la tecnología y la legislación.
Lo fundamental es
saber qué es lo que queremos, para ir adaptando las licencias, los
"contratos", a la realidad cambiante, salvaguardando esa esencia.
El software libre es mucho más que "programas abiertos", que es lo que
proyecta el término "código abierto".
Cuando se introduce un concepto
nuevo utilizando palabras que ya existen previamente, y que tienen un
significado muy claro, se corre el riesgo de adulterar la idea.
En
algunas ocasiones ese es el efecto deseado, como quizá en el ejemplo
anterior del gobierno.
En otras es una simple consecuencia inesperada.
Pero en cualquier caso nos aparta de la idea original.
Desmontando la idea
Como nos enseña día a día la política, una forma de desmontar una idea
poderosa, y peligrosa o poco interesante para algunos, es introducir
confusión.
El uso de nuevos términos que despisten y adulteren la idea
original es una forma perfecta.
Aunque la intención
original del "código abierto" pudo ser otra, en la práctica ayuda a
quienes no tienen interés alguno en propagar las ideas de libertad
(igualdad, derechos) del software libre.
Por ejemplo, las empresas que
basan su modelo de negocio en que los usuarios no dispongan de esas
libertades, o cualquiera de sus títeres.
Un establishment a quien la
confusión le viene muy bien, porque entorpece precisamente lo que el
software libre promueve y facilita: prescindir del intermediario
ineficiente, del especulador estéril, etc.
Más tarde
apareció "FOSS"" (Free and Open Source Software) y "FLOSS" (Free Libre
and Open Source Software); es decir, "Software libre y de código
abierto".
Es una postura aparentemente conciliadora que no añade
claridad a la cuestión, y que es utilizada generalmente por terceros que
quieren contentar a todo el mundo sin tomar partido.
Pero ya no sabemos
si libre y abierto es lo mismo o no, y al igual que "código abierto"
aleja la discusión de lo esencial. Como explica Nassim Taleb (“El cisne
negro”, “Antifragile”), la media tinta fragiliza.
En todo esto, el Gobierno de España creó el eufemismo "software de fuentes abiertas", quizá para "aclarar las cosas".
Cuando se pregunta a todos ellos sobre estas cuestiones suelen decir
que "es lo mismo" software libre, codigo abierto, FOSS, FLOSS y SFA, y
que "las comunidades son las mismas". Si es lo mismo, ¿para qué crear
nuevas terminologías, que "casualmente" evitan la cuestión central?
Coraje
Lo esencial del software libre es lo que denota la palabra "libre"",
que hace referencia a la libertad, los derechos. Es lo que hace que sea
un concepto tan poderoso, y en último término que funcione, es "lo
práctico". Decir "software libre" es un acto de honestidad, es no
ocultar la idea central aunque requiera un esfuerzo, y eso siempre es
rentable.
Echar arena en el engranaje evitando esa
idea, centrando la atención en lo accesorio, es decidir una estrategia
cobarde aunque se adorne con todo tipo de falacias y eufemismos. No
porque se manejen ideas diferentes, por supuesto; sino porque se
apropian del término original para adulterarlo, envenenando la idea,
cuando dicen que "es lo mismo".
Como diciendo, y parafraseando al político aquél, "...es lo mismo, pero que no lo llamen libre".
Fuente: El Diario.
0 comentarios:
Publicar un comentario